Gordon McInally transforma la ética en acción

sábado, 8 de julio de 2023

Por: Dave King

El segundo presidente de Rotary procedente de Escocia emprende una agenda cargada de esperanza.


Un joven gaitero desfila por la sala de banquetes de un hotel tocando el estribillo de la famosa tonada «Scotland the Brave». Detrás de él, portando un haggis ceremonial y vestido con el tartán azul, verde, negro y amarillo de Gordon Modern, aparece Gordon McInally, presidente de Rotary International 2023-2024. 

Es la Noche de Burns, que se celebra cada mes de enero con música folclórica, tragos de whisky escocés, entusiastas interpretaciones de las canciones y poemas de Robert Burns, el más grande de los poetas escoceses y, por supuesto, haggis con neeps y tatties (nabos y patatas). Es la quintaesencia de lo escocés, y McInally se encuentra en su elemento, rodeado de sus amigos, para celebrar la ocasión en Galashiels, una ciudad de los Scottish Borders cercana a su casa de Yetholm.

Heather McInally, su esposa desde hace 42 años, lleva un fajín de tartán a cuadros de color verde, azul claro y rojo oscuro, creado para la Convención de Rotary International de 1997 en Glasgow. Excantante de ópera con formación clásica y profesora de música, entona canciones de Burns que aprendió en su infancia. 

Contented wi' little, and cantie wi' mair,

Whene'er I forgather wi' Sorrow and Care,

I gie them a skelp as they're creeping alang,

Wi' a cog o' gude swats and an auld Scottish sang.


Ahora bien, el haggis es otra cosa. 

Se elabora con vísceras de oveja -el corazón, el hígado y los pulmones- picadas con cebolla, avena, sebo, sal, pimienta y otras especias, mezcladas con caldo y luego, en sus orígenes, hervidas en el estómago limpio del animal. Parece una pesadilla culinaria, pero en sus viajes, los McInally se han esforzado por difundir el atractivo del haggis entre los integrantes de toda la comunidad rotaria.

Heather McInally explica cómo, en sus visitas a Estados Unidos, consiguieron localizar proveedores locales de haggis e incluso calentaron el manjar escocés en el microondas de su habitación de hotel. «El aroma a haggis permaneció en la habitación toda la semana», recuerda. «Se lo servimos a otros integrantes de la Directiva de RI durante nuestra estancia en Chicago».

A todos les encantó, aunque no sabían muy bien qué estaban comiendo».



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Fotografía: Monika Lozinska